LA BANDA DEL TUERTO TRECE

SAN ESTEBAN. CILDOZ

SAN ESTEBAN. CILDOZ, NAVARRA

   Es de origen románico datada en principios del siglo XII con un recrecimiento posterior, que se observa claramente en las fotos, para colocar una nueva cubierta. La portada es muy sencilla.

    Accesible en coche. Sin excesivos problemas para personas con movilidad reducida.

Esta vez he seleccionado un grupo que me volvió loco en los años setenta Tir Na Nog

https://www.youtube.com/watch?v=SzuuB0QRou0...

QUERENCIAS

   Habían trascurrido seis años desde el rapto de Sua. El tiempo había hecho de ella la joya de Berrioplano. Era una jovencita de 16 años por la que bebían los vientos muchos jóvenes del señorío y algunos nobles de relumbrón que, habiendo oído hablar de ella, le ofrecían al Tuerto una alianza si conseguían la unión en matrimonio. El Tuerto tenía muy claro que el señorío de Berrioplano ya no era como al principio. Ahora era fuerte, apoyado por bastantes nobles y clérigos. Dejaría que Sua eligiese pareja como le dictase su corazón. Desde los días del rapto, el Tuerto estaba obsesionado con intentar conseguir la felicidad de su "nieta". Sua andaba a menudo con el Muete, que ya había cumplido 18 años y que dedicaba gran parte de su tiempo al manejo de las armas, instruido por el Látigo y Ekaitza, y al conocimiento de la ganadería brava con el asesoramiento del Mierdulín. El resto del tiempo se lo dedicaba a Sua. Bajo un roble, ya avanzada la primavera, sentados en el césped, el Muete con una brizna de hierba entre los dientes y ella absorbiendo todo el verde del paisaje para alimentar el sorprendente verde de sus ojos.

   -Unai ¿qué piensas hacer en un futuro? ¿Piensas alguna vez en eso?

   -Sí, si que pienso. Seré un gran caballero y el mejor burlador de toros del reino. Mejor que el Mierdulín todavía.

   -Y...¿No tienes pensado buscar una chica para formar una familia?...un hogar...hijos...todo eso.

   -No lo he pensado. Bueno sí, lo he pensado pero lo he descartado.

   -¿Por qué?

   -Porque mi vida, a partir de ahora, va a ser un caos y la chica que me podría hacer feliz está fuera de mi alcance.

   -No lo vas a saber si no se lo dices.

   -Bah, no merece la pena hacer un esfuerzo, no le puedo ofrecer nada. En el mejor de los casos solo una casa dónde esperar cuándo y en qué estado llegaré a ella. No, si no cambian mucho las cosas, mi vida se va a convertir en algo parecido a la de un ermitaño.

   Sua, que había llegado a sentir un mariposeo en sus entrañas, reprimía las lágrimas.

   -Tienes razón, Muete, solo piensas en armas y en toros y solo puedes ofrecer incertidumbre y dolor. No resultas buen partido.

   -Mañana me voy a Cildoz a casa del Mierdulín ¿te apetece venir?

   -¿A qué? ¿A ver como los dos burláis un toro tras otro. No, me quedaré en el señorío a esperar a que venga un caballero y le diga al Tuerto que voy a ser la dueña de su señorío.

    En una maniobra del Tuerto, dirigida a ir ocupando espacios cerca de Berrioplano, había cedido al Mierdulín un pequeño caserío en las afueras de Cildoz. El muchacho había construido en él una especie de apartado con varios corrales y una plazoleta delimitada por un vallado de troncos para entrenar sus habilidades. De vez en cuando, Mateo, le traía toros que ya estaban baqueteados para que le sirvieran de entrenamiento. Estos toros eran muy peligrosos porque estaban resabiados, buscaban las querencias y atacaban cuando creían que podían alcanzar al bulto. El Muete iba a menudo a entrenar al caserío y se quedaba varios días. Al final, el Mierdulín le estaba cogiendo cariño.

   -Mañana madrugamos. Hay un toro muy cabrito que quiero que pruebes.

   -Tú poniéndome las cosas fáciles, Mierdulín.

   -A ver Muete, los toros francos los torea cualquiera que tenga un conocimiento básico del comportamiento de los animales. Los toros complicados son los que reparten ciencia o muerte en cada embestida.

   -Ah, claro. Tú, como me quieres perder de vista, me vas a echar el toro más complicado ¿no es así?

   -Así es pero no porque te quiera perder de vista si no porque te aprecio y no quiero llevarme el disgusto de que un mal toro te mate en una plaza.

   Al día siguiente, con las primeras luces de la mañana, comenzaron las clases. Primero fueron toros más o menos toreables y, después de una mañana de repetición de las enseñanzas aprendidas, sacaron el marrajo. Un toro colorado, con unas astas que infundían pavor. El Muete citó al animal muy seguro de si mismo pero, en el embroque, el animal le pegó un gañafón y se lo lanzó a los lomos. El Mierdulín acudió presto al quite y se llevó prendido al toro. Abrieron la puerta de corrales y le faltó tiempo al bicho para perderse por ella. El Mierdulín corrió hacia el Muete y comprobó que no había más daños que las contusiones causadas por el topetazo. Camino de la casa Unai seguía al Mierdulín con pasos rápidos.

    -¿No me vas a decir nada?- La contestación fue un bufido -ha sido un pequeño error de cálculo.

   -No, no ha sido un error de cálculo. Ha sido dejadez, creerte superior al animal. ¿Qué hemos hablado de las querencias? Te he dicho mil veces que si tú mantienes ocupada la querencia del animal te va a atropellar sí o sí.

   -Era por probar algo nuevo.

   -¿Con un toro tan peligroso?

-No se volverá a repetir.

   El Mierdulín se acercó al muchacho y le arreó un sordabirón en la cara que por poco le cambia las muelas de un lado al otro.

   -Por supuesto que no se va a volver a repetir. Coge tus cosas y lárgate para el señorío. No quiero saber nada de ti.

   -¿Aquí acaba todo?- Unas lágrimas surcaban la cara de Unai.

   -A ver si te enteras, mendrugo. Si te mata un toro ni el Tuerto ni Sua me volverán a dirigir la palabra. Vete de mi vista, piensa y vuelve a ganarte mi confianza si puedes.


CASTILLO DE JAVIER

CASTILLO DE JAVIER. NAVARRA.

   Es un castillo peculiar. Está en el límite Navarra-Aragón. Hasta los tiempos de Sancho VII fue aragonés, a partir de este rey, como pago de una deuda, fue navarro.

   El núcleo de la fortaleza es románico. Se construyó, en el siglo X, una torre de vigilancia. A partir de ella y hasta el siglo XIII se construyó el anillo que la rodea y a partir del XV el resto. El cardenal Cisneros, con esa repajolera gracia que le dio el Señor y que se le alojó en el mismo sitio que a las avispas, mandó derruirlo en el siglo XVI; desmochó las torres y eliminó la muralla que lo protegía y, con los sillares que sobraban del estropicio, cubrió el foso que rodeaba al castillo. Vamos, que dejó justo un chaletico para los señores. Se restauró a principios del siglo XX. Está en el límite Navarra-Aragón.

   Accesible en coche pero hay que aparcar en el parking (Hoteles, Castillo), dentro del pueblo solo pueden aparcar vehículos autorizados. Accesible con problemas a personas con movilidad reducida.

    He seleccionado para inspirarme un trabajo de Magna Carta, grupo al que admiré en los setenta y que, de vez en cuando utilizo para relajarme.

https://www.youtube.com/watch?v=vyw82w0MqXo...

TORNEO Y JUSTAS

    Sua se había reunido con Unai bajo su roble preferido. Disfrutaban de un principio de verano caluroso.

    -Dentro de unos días nos vamos a un castillo que hay en el límite del reino. Se va a celebrar un torneo y unas justas y estaremos todas las damas casaderas del reino.

   -Será entretenido.

   -A mi no me llama especialmente la atención pero el Tuerto dice que tengo que empezar a conocer caballeros porque algún día tendré que casarme y tendré que elegir bien.

   -Yo creía que el Tuerto te había dado libertad para elegir lo que dictase tu corazón.

   -Así es, pero tendré que conocer a los caballeros del reino para tomar una decisión ¿no?

   -Tú verás.

   En lo que hoy es Javier, al lado del castillo, se había habilitado un terreno rectangular de unos setenta metros de largo por cuarenta de ancho. Se habían colocado gradas para los espectadores y unos palcos en el lado del foso. La idea era celebrar un torneo entre huestes de Aragón y huestes de Navarra. Durante el torneo se seleccionarían los ocho mejores luchadores de cada bando. Estos dieciséis caballeros se enfrentarían por parejas en justas hasta quedar dos solos que disputarían el honor de ser el mejor caballero de ambos reinos.

    Comenzado el torneo con armas de entrenamiento pero con la brutalidad que caracterizaba a las gentes de guerra, empezaron a destacar, en ambos bandos, dos caballeros. Por Aragón un gigantón que repartía unas ostias como panes (no os alarméis, estoy hablando de las ostias de Plauto), en el reino navarro un caballero vestido todo de negro con un lobo rampante y con las uñas rojas de sangre en su pecho y en su escudo. Este último parecía estar en un juego, no le costaba esfuerzo, aparentemente, escabullirse de las acometidas de sus rivales y los estacazos que soltaba eran absolutamente certeros. El torneo se declaró empatado y, seleccionados los mejores, se recurrió a las justas para determinar el reino ganador. Sua, que en principio no estaba demasiado interesada, empezó a fijarse en el caballero Lobo navarro. No podía apartar la vista de él. Llegada la presentación de las justas, los jinetes presentaron sus armas ante las damas. El caballero al que llamaban Lobo inclinó su lanza ante Sua y esta  colgó una cinta de su pelo en ella. Se fueron desarrollando las justas y al final quedaron solo el bruto de Aragón y el Lobo de Navarra.

    El primer choque fue brutal y quedó el Lobo medio colgando del caballo. Se recuperó como pudo, siguieron mas choques con rotura de lanzas y resultado incierto. En todos ellos el navarro parecía llevar las de perder. El caballero aragonés estaba seguro de su superioridad. Salió a galope a un encuentro calculando que sería el último porque pensaba acabar con el navarro de una vez por todas. Llegado el choque, el lobo hizo un movimiento extraño, el aragonés no encontró oponente, se desequilibró cayendo sobre el cuello de su caballo que, a su vez, dobló las patas delanteras y dio con el caballero en tierra. Mientras tanto el Lobo había saltado ágilmente de su montura y había colocado la espada en el cuello del aragonés que estaba medio inconsciente. El griterío fue ensordecedor. La gente aclamaba al campeón que en ningún momento se quitó el yelmo.

    La gente de Berrioplano regresó a su señorío. Sua recobró su actividad habitual. Una tarde sofocante de agosto se reunió con Unai en el árbol que ambos consideraban suyo.

    -¿Nos bañamos?- Preguntó Sua.

    -No, no me apetece.

    -Hace mucho calor Unai.

    -Mira Sua, ya no somos niños, si alguien nos ve bañándonos desnudos como antes y le va con el cuento al Tuerto...

   -Del Tuerto me encargo yo- y dando un tirón le arrancó la camisa. -Dios santo, Unai, ¿que son esos moratones y esas heridas?

   -Me he caído por un barranco siguiendo a una cervatilla.

   -Y...¿la has cazado?

   -Todo se andará.


SANTIAGO ORICAIN

IGLESIA DE SANTIAGO. ORICAIN, NAVARRA

   Principios del siglo XIII, muy retocada en las restauraciones sucesivas pero conservando algunas curiosidades como la línea de arcos lombardos, totalmente inusual en la zona y las dos puertas cegadas. Piensan que una pudo dar acceso a un antiguo cementerio y la del oeste...yo pienso que puede ser una puerta de acceso de agotes o a la torre pero...yo no soy nadie, es una opinión sin más.

   Accesible en coche. Problemas graves para personas con movilidad reducida.

   Para inspirarme en este capítulo he seleccionado la música de los incombustibles Jethro Tull.

https://www.youtube.com/watch?v=oA8ytXBjiic...

EL ABAD

   El abad de Leyre, en un recorrido que estaba realizando por varios señoríos próximos al de Berrioplano, mandó un emisario para que localizase al Tuerto y lo citase, para reunirse con él, en Oricain. Ante un gorrín asado hablaban de lo divino y de lo humano, pero el abad no soltaba prenda de los motivos que le habían llevado a citar al Tuerto en esa localidad.

   -Mira Tuerto, tu sabes que tengo varios señoríos, que pertenecen al monasterio, lindando con el tuyo. En las cuentas que me presentan todos los años solo escucho llantos y lamentos y pocos o nulos beneficios. Sin embargo, los señores que los administran nadan en la abundancia mientras los aparceros sufren las mayores miserias que he visto en este reino. Y, pensando en que las tierras son las mismas que las de vuestro señorío, sospecho que los señores están explotando a los siervos con el objetivo de llevar una vida regalada.

   -Soy consciente de ello y estoy totalmente de acuerdo con vuestra opinión. Los señores a los que aludes siempre me han parecido unos impresentables que viven regalados a costa de los sufrimientos de los demás.

   -He pensado hacerte una proposición, Tuerto. Voy a destituirlos. Quiero que vuestro equipo administre estos señorios. Llevaríamos el beneficio a medias. Tú saldrás ganando, yo también y los aparceros más.

   -Me parece muy bien, pero me costará un enfrentamiento entre señores.

   -De eso me encargo yo. Están bajo mi mando y los mandaré a vigilar los montes. Mis aparceros ¿tendrán los mismos derechos que la gente de Berrioplano? Salud, educación...

   -Sin lugar a dudas.

   -Me gustaría pedirte otro favor.

   -Si está en mis manos...

   -Viajo mucho, y llevo una buena escolta pero...me he encaprichado de ese caballero que llaman el Lobo. Sería un refuerzo magnífico.

   -No conozco a ese caballero más que por la comparecencia en los torneos y justas. Creo que nadie sabe quién es.

   -Te tendrían que haber llamado el Zorro en lugar del Tuerto. Lucha igual que tú cuando eras joven pero, además, tiene unos movimientos que recuerdan al Látigo, a Ekaitza y a alguien que burla toros y eso me ha llevado a pensar que tiene algo que ver con tu señorío.

   -No tengo ni idea pero, si logro contactar con él, le hablaré de vuestra proposición.

   -Vale, confío en ti. Ah se me olvidaba, una cosa más ¿has encontrado pretendiente para Sua? Sé, porque es de dominio público, que no la vas a presionar y vas a dejar que su corazón elija pero...pensándolo bien, yo tengo algunos pretendientes que podrían dar la talla.

   -Claro, los que vais a mandar a los montes ¿no?

   -No, no- el abad se agarraba la tripa y reía a carcajadas.

   -En eso no voy a presionar a Sua.

   -¿Ni siquiera si decidiera casarse con un don nadie?

   -El señorío no es mío. Me lo dieron a mí como administrador pero la dueña moral es Ekaitza y es la que lo heredará y lógicamente, cuando falte Ekaitza, la dueña y señora será Sua. ¿A quién va a querer a su lado? Lo elegirá ella y estoy seguro de que acertará. No es una descerebrada.

   -Pongamos, por ejemplo, que un caballero estuviese en vuestro señorío y no fuese totalmente de vuestro agrado. ¿No sería buena idea alejarlo de Sua?.

   -Mi experiencia es que hay alejamientos que producen lazos más arraigados. No sé, el roce diario lo mismo produce acercamiento que rechazo. Y además...que yo no sé nada del Lobo. Intentaré hacer algo pero no os prometo nada.

   -Cuento con la administración de los señoríos, de lo demás...ya iremos hablando


SANTA ÁGUEDA. AINZOAIN, NAVARRA

SANTA ÁGUEDA. AINZOAIN, NAVARRA

   Como todas las de la zona, románicogoticoide. Su portada ya tira más a gótico aunque se resiste a abandonar el románico. Una vez más, una puerta cegada en los pies de la torre podría indicar una entrada para agotes. aunque esto fue más típico del valle del Roncal. A los pies de la portada hay un empedrado muy chlulo, que seguramente será muy posterior, pero...os pondré la foto.

   Accesible en coche. Con problemas para personas con movilidad reducida.

   Buscando inspiración para la historieta de hoy, he recordado unos conciertos que dio en la Alhambra, en el palacio de Carlos V, Loreena Mckennitt.

https://www.youtube.com/watch?v=a8HNFJs6gWI

LA EDUCACIÓN DEL MUETE

   En una de las habituales comidas, en el señorío de Berrioplano, en las que se juntaban casi todos los componentes de la plana mayor, el Tuerto se dirigió al Muete.

   -Unai, quiero que me acompañes mañana a Ainzoain. Tengo una reunión allí. Me gustaría hablar varias cosas contigo respecto a completar tu formación antes de que te armen caballero.

Al día siguiente, por el camino, iban charlando de cosas sin importancia. Pero el Tuerto ya iba orientando la conversación en un sentido determinado.

   -Tienes formación física, técnica y táctica mejor que las de cualquier caballero de este reino pero necesito que seas íntegro. Tienes que aprender muchas cosas más y no las vas a aprender en las justas y los torneos ni mezclándote en tabernas con gente que deslumbran a los jóvenes como tú pero que no valen lo que un piojo que les pique en la cabeza. Yo no necesito ese tipo de caballeros. Esos hay de sobra en este reino. Me estoy adelantando a los acontecimientos pero veo las cosas venir. ¿Como estás con Sua?

    -Desde niños congeniamos y somos amigos. Yo estoy bien a su lado y supongo que lo mismo le pasa a ella. Nos buscamos a menudo.

   -Ya, pero...yo la he visto en las dos últimas fiestas colgando cintas en la lanza del Lobo.

   -No sé...le gustará.

   -¿Tú crees? Y entonces...al Lobo ¿no le gusta Sua? Porque no da un paso para llegar a más...

   -Yo creo que sí que le gusta pero tiene miedo a ser rechazado y por eso no da un paso más.

   -Bueno, ya seguiremos hablando de esto. Por cierto, hace unos días un sirviente me trajo una gualdrapa negra con un lobo rampante que había encontrado escondida entre el forraje para las caballerías. Tú...no sabrás nada de esto ¿no? Vete pensando en que vas a estar un año fuera del señorío. Estarás a las órdenes del abad de Leyre, no lo dejarás ni a sol ni a sombra y lo protegerás de cualquier intento de agresión, de cualquier tipo, que pueda acaecerle. En Aizoain hablaremos.

   Llegados a Aizoain se reunieron con el abad tras un descanso reparador.

   -Permíteme que te llame Muete mientras estés a mi servicio. Me temo que, dentro de mi entorno, hay gente que está tramando algo contra mí. Si te trato con ese apelativo no van a sospechar de ti y tú serás mis ojos. Además de defenderme de cualquier ataque que pueda producirse contra mi persona, tienes que estar atento a todo lo que se mueva a mi alrededor. Con un poco de suerte podremos desenmascarar enseguida estos enredos y volverás a tu señorío un poco más fuerte, un poco más listo y un poco más sabio de lo que ahora eres.

   -Vaya, que lo que queréis es que aparente ser un bruto que da mandobles con espadas y estacazos con mazas pero sin dos dedos de frente. ¿Algo así?

   -Ya sabía yo que había elegido al caballero perfecto. Has dado en el clavo. ¿Cuando estarás disponible?

   -Necesitaré unos días para organizarme.

   -Dentro de siete días te quiero en el monasterio.

   De vuelta al señorío, el Muete se fue directo a cobijarse bajo la sombra del roble que consideraba suyo y de Sua. El revuelo de un vestido en el camino le provocó una sonrisa que iluminó su cara.

   -Hola, Sua.

   -Hola, Unai. ¿Qué tal estos días que has andado por ahí con el Tuerto?

   -Bien, tu abuelo se preocupa por mi formación y me va a mandar un año al monasterio de Leyre. Quiere que sea un caballero completo- Sua se quedó sin habla.

   -¿Un año? Es mucho tiempo.

   -Pasará rápido.

   -Para mí no. Bueno...tendré que seguir buscando a un caballero que quiera formar una familia conmigo.

   -Igual lo tienes cerca. Mira ese Lobo. Le cuelgas cintas en su lanza cada vez que lo ves competir.

   -Si ese Lobo podría ser pero...he llegado a la conclusión de que no se quita el yelmo de puro feo que es. Puajjjj ¿te imaginas?

   -¿Podrías esperar un año a tomar tu decisión?

   -Y...¿qué pasará dentro de un año?

   -No sé...igual le dan un mazazo al Lobo y le arreglan la cara.

Las carcajadas se escucharon en el palacio de Berrioplano.


SAN JUAN BAUTISTA. ORRIO

SAN JUAN BAUTISTA. ORRIO. VALLE DE EZKABARTE, NAVARRA.

    Románicogoticoide, como todas las de este valle. La portada, ligeramente apuntada ya anuncia que vienen tiempos nuevos. Principios del siglo XIII.

   Accesible en coche. Con problemas para personas con movilidad reducida.

He recurrido, para inspirarme, a un concierto de Fleetwood Mac

https://www.youtube.com/watch?v=9suHkG7QfYw

LA ABADESA

   Las clarisas de Pamplona habían recibido en donación un caserío en las inmediaciones de Orrio. Se trataba de Elegui. Llevaban diez o doce años regentándolo y lo único que recibían de él eran gastos. Desesperadas acudieron al obispo de Pamplona para que les diese una solución. El mitrado recordó que el monasterio de Leyre tenía unos terrenos por esa zona de Ezkabarte y  llamó a consulta al abad. Ante una mesa "austera" pero exquisita los dos clérigos zigzagueaban buscando la forma de hincarle el diente al problema de las monjas.

   -No lo veo claro. El monasterio tiene unas posesiones por ahí pero estamos intentando encajárselas al Tuerto. Andamos en negociaciones. Si le añadimos ese caserío nos va poner unas condiciones menos asumibles.

   -Os voy a convocar, al Tuerto, a la abadesa de las Clarisas y a vos, dentro de siete días. Entre los cuatro podremos llegar a un acuerdo. Las monjas quieren deshacerse del caserío, a vos no os interesa y al Tuerto le interesa estar a bien con la abadesa, con Leyre y conmigo. Algo haremos.

   Un emisario llegó a Berrioplano preguntado por el Tuerto. Le recibió el Centollo con gesto adusto.

   -No creo que haya razones para molestar al Tuerto. Podéis darme a mi el encargo y yo hablaré con él.

   -De ninguna manera, ni hablar. El Obispo de Pamplona me sacaría la piel a tiras si no le diese el mensaje personalmente.

   -Quedaos aquí. Lo buscaré y él decidirá- Un buen rato después aparecieron los dos.

   -¿Qué es eso tan importante que me tenéis que dar personalmente?

   -Se trata de una citación del Obispo de Pamplona.

   -Seguro que nos quiere regalar algo ¿no crees Centollo?

   -Sí, algunas indulgencias por nuestro buen comportamiento cristiano. Veo que también está citado el abad de Leyre y la abadesa de las Clarisas. ¡Qué mal me huele esto!

   -Que avisen al Muete, lo quiero aquí ahora mismo- un rato después, con Unai presente el Tuerto se dirigió a los presentes-

   -Dentro de siete días nos vamos para Pamplona. Unai, tú ya no vuelves, te vas con el abad de Leyre. Prepara todo lo que vayas a necesitar porque, como poco un año, andarás a sus órdenes.

   En el roble de las confidencias andaban el Muete y Sua.

   -Me voy para Pamplona y de allí a Leyre dentro de siete días. Voy con el Tuerto y el Centollo.

   -Pues ¡qué bien! Y...¿se puede saber a qué vais a Pamplona?

   -A una reunión con el obispo, el abad de Leyre y la abadesa de las Clarisas.

    Aquel día fue el de la conversación ausente. Solo miradas de reproche, alguna lágrima furtiva por parte de Sua. Sin embargo el Muete estaba henchido como un pavo real.

   -Seré caballero.

   -Pues qué bien.  Y después ¿qué?, ¿peleas guerras torneos, justas y todo eso? Me voy para el señorío. Me estarán echando de menos.

   Sua seguía al Tuerto que andaba a pasos largos y rápidos.

   -¿Qué se te ha perdido en Pamplona Sua? Vamos a una reunión con religiosos y monjas...

    -De eso quería hablarte, quiero hablar con la abadesa de las Clarisas.

    -Ah no, ni hablar, ni te plantees entrar en un convento. Tu madre y tu abuela me matarían si te dejo meterte monja. Por encima de mi cadáver.


NUESTRA SEÑORA DE ARRAZUBI. OLÓRIZ-SOCHAGA

NUESTRA SEÑORA DE ARRAZUBI. OLÓRIZ? SOLCHAGA? NAVARRA.

   No me queda claro a qué término pertenece. Accesible hasta las proximidades en coche. Carretera Olóriz-Solchaga, muy cerca del primero, a la derecha. Señalada con un cartel sobre un montículo de piedras. Inaccesible para personas con movilidad reducida. Si vas en coche, puedes dejarlo al lado de la señal y seguir andando cinco o diez minutos. Está a la vista.

   Finales del siglo XII. Románicogoticoide. En el exterior, bajo un arco apuntado y cegado hay un sarcófago del que no he llegado a enterarme si contiene restos o no. Supongo que no.

   Para inspirarme hoy he seleccionado una lista de música compuesta  por Johny Clegg, un antropólogo que vivió mucho tiempo entre los zulúes llegando a ser admitido como uno más de ellos y apodado el zulu blanco.

https://www.youtube.com/watch?v=RDJDX-FuKHc...

ROGER

   En Olóriz solo sabían su nombre. No sabían nada de él. Daban por hecho que era un caballero de Lapurdi que andaba por el reino de Navarra picoteando aquí y allá. Luchador temible en justas y torneos, pendenciero y fanfarrón en las tabernas, galante con las damas, que se rendían ante sus halagos. No era bien visto por los caballeros del reino pero sí muy temido. En las jornadas de caza de la Valdorba había puesto el ojo en Sua. A pesar de que ella solo le hacía caso por educación, no dejaba de halagarla con cumplidos y pequeños regalos. El Muete no les quitaba ojo de encima.

   -Escucha Muete ¿buscas algo por aquí?

   -Muete soy para los amigos, para ti soy Unai.

   -Uy uy uy que se enfada el muchacho. Esa rabia...¿no se deberá a que estás enamorado de Sua? Nos podemos disputar su amor en una pelea. Una justa estaría bien ¿no? Aunque...me han dicho que no sueles durar más de dos encuentros en esos combates.

   Sua contemplaba, indignada por una parte pero por otra divertida, el enfrentamiento entre los caballeros.

   -¿Sois idotas? ¿pensáis que podéis jugaros mi persona en un duelo?

   -No existirá tal. Unai me tiene miedo.

   -¿Miedo? Lo que os tengo es desprecio, como el resto de los caballeros del reino.

   -Vale, no te enfrentarás a mi con las armas, lo haremos de otra forma: el que cace el mayor jabalí será el vencedor.

   -Perfecto, y yo me entrego, sin más, al que haya sido capaz de matar un cochino más grande que el otro ¿no? Definitivamente sois idiotas.

   Al amanecer una densa niebla cubría el montículo donde se encontraba el punto de reunión, la ermita de nuestra señora de Arrazubi. Poco a poco se iba disipando quedando restos que se distribuían de forma irregular por el bosque. Roger había herido a un macho de grandes proporciones y había desmontado para rematarlo a cuchillo. En esas estaba cuando una flecha le alcanzó en el cuello seccionándole la yugular. Falleció en pocos minutos. Sus últimas palabras fueron:

   -¡Qué bien lo has hecho Muete! Nos veremos en el infierno.

   Sus restos fueron colocados dentro de un sarcófago, a un costado de la ermita y con un solo nombre: Roger. Pocos días después alguien, de noche, borraba su nombre para siempre. Se celebró un funeral, al que asistieron todos los caballeros, en Solchaga. Todo el mundo miraba con recelo a Unai. Sua se acercó a él.

   -Júrame que no has sido tú, Unai. Júrame que no has tenido nada que ver.

   -¡Qué lástima me das, Sua! ¡Qué pena!. Si algún día doy muerte a un hombre lo haré frente a frente, mirándole a los ojos para que sepa quién y por qué lo mata.

   -Lo siento, Unai, estoy desconcertada, no sé por qué te lo he preguntado.

   -Déjalo, Sua, mañana me voy con el abad de Leyre.

   -¿Te acordarás de mí?

   -No me lo pones fácil, Sua.

En Olóriz, una pesada bolsa de monedas cambiaba de dueño.