LA BANDA DEL TUERTO SEIS
CAPILLA DE SAN JESUCRISTO. CATEDRAL DE PAMPLONA
CAPILLA DE SAN JESUCRISTO. DEPENDENCIAS DE LA CATEDRAL DE PAMPLONA.
Románicogoticoide. Más de lo primero que de lo segundo. Un ligero apuntamiento de los arcos anuncia que algo diferente se está cociendo. Finales del siglo XII. No he conseguido saber nada de la imagen que preside el altar. Supongo que es alguna copia de algo. Lo único que he encontrado en internet es una reproducción por 3´50 euros. Supongo que será un llavero o algo así. Bueno...lo importante es la capilla. La imagen la dejo para los que de verdad saben de románico.
La circulación en coche está regulada por el casco histórico de Pamplona. El parking de la Plaza del Castillo está cerca de la catedral. Sin problemas para personas con movilidad reducida. La capilla está en el recorrido de la exposición Occidens. No os la podéis perder si visitáis Pamplona.
En los años setenta seguí a algunos guitarristas de los que aprendí lo poco que pude del habilidoso arte de aporrear cuerdas de guitarra. Uno de ellos era John James. Dedicó gran parte de sus esfuerzos al ragtime. Y me preguntarás ¿qué tiene que ver ese ritmo con la edad media? Pues... absolutamente nada pero, en mi caso, conecta las dos neuronas que tengo en activo.
https://www.youtube.com/watch?v=5278EhIRN7s...
PARIS
Mediados de marzo de 1270. Hacía un mes que los cerezos y las camelias adornaban los caminos de Navarra. Los días empezaban a presagiar una agradable primavera. Toda la gente del señorío de Berrioplano había regresado de Tarragona y hablaban maravillas de lo que había visto por aquellos lugares bañados por un mar aparentemente tranquilo. Seguro que sembraron la necesidad de visitar la zona.
Teobaldo II se había presentado en el palacio del señorío sin avisar.
-Tuerto, necesito que me hagas un favor muy especial. Conozco de sobra las habilidades de tu gente. Son gentes de armas, curtidos en cruzadas, alguna mujer altamente habilidosa con el arco inglés. Necesitaréis también alguien de la escuela de salud. Quiero que los reúnas a todos. Tengo que proponerles algo.
-Eso está hecho señor.
Dos días después se encontraban todos en una sala del palacio intrigados. El rey miró a los ojos de cada uno de los presentes.
-Os he reunido aquí porque tengo que pediros un favor muy especial. Voy a partir, dentro de unos días, hacia París. Quiero que me acompañéis gran parte de los que estáis aquí. Es voluntario. El viaje tiene sus riesgos- el Tuerto tomó la palabra.
-¿No será mejor que os acompañen vuestros caballeros, señor?
-Van a hacerlo. El peligro no está en la ida, el peligro está en la vuelta. Mis caballeros van conmigo a París para formar parte de la octava cruzada a ver si recuperamos Túnez de una puñetera vez. Ya sé que vosotros no estáis por la labor de marchar a correr a ostias (recuerda a Plauto) al infiel pero tengo que proponeros otra misión muy importante. Aunque confío en vosotros a ciegas, sé que si alguien me traicionara el Tuerto le sacaría la piel a tiras. No os voy a decir en que consiste vuestra misión hasta que no estemos en París. No es que desconfíe pero...es mejor no correr riesgos, tanto para vosotros como para la encomienda que os haré. El viaje de vuelta será arriesgado, quiero voluntarios que estén dispuestos a matar y a morir por defender el encargo que les haré.
-No quiero que contestéis ahora mismo. Pensadlo con tranquilidad y me respondéis dentro de tres días. Tengo que saber con quienes cuento. Os repito que el peligro no es para mí. Sois vosotros los que vais a estar en un peligro grave, por eso necesito a los mejores hombres y mujeres del señorío. Necesito que parezcáis peregrinos que van de París a Compostela. ¿Alguien sabe dónde están esos dos franceses que solían acompañaros?
-Creo que podríamos recuperarlos en el camino, señor.
-Serían muy valiosos para hablar con los lugareños en el camino de vuelta hasta Roncesvalles. Como recompensa a vuestro esfuerzo firmaré, antes de irme, lo que sea necesario para mantener los derechos del señorío, incluso si me pasase algo. Implicaré al obispo y abades de tal forma que, si incumplen lo firmado, puedan ser reos de excomunión. Os convoco a todos los que estéis de acuerdo a una misa, en la capilla de San Jesucristo, adjunta a la catedral, dentro de dos días a la hora sexta.
-Creo que no falto a la verdad si os digo que toda la gente de armas del señorío querrá ir, señor. Respetaremos el plazo hasta el día indicado pero, viendo las caras de todos los que están aquí, no habrá dudas.
Al día siguiente el Tuerto se dirigió hacia el valle del Arakil para hablar con Mateo.
-Voy a necesitar, para llevarme ya, quince caballos bretones bien domados y de carácter tranquilo, veinte mulas y arreos para todos- Mateo ni tan siquiera se molestó en preguntar.
-Hoy mismo los tendrás.
-Te los devolveré antes del invierno y si falta alguno el señorío te resarcirá.
-Lo que venga estará bien. Somos, de alguna manera, parte del señorío y estamos a su servicio.
Dos días después la coqueta capilla de San Jesucristo estaba repleta con la gente que pensaba acudir a la llamada del rey. Allí se encontraban el Tuerto, el Bidáctilo, el Trampas, el Zarpas y el Licencias; el físico Barcelay y Jurdana, Ekaitza, el Oso de Guesálaz y el Mierdulín; Alaia, madre de Ekaitz y esposa de el Tuerto y cinco doncellas del señorío que ayudarían en la intendencia. Aunque el Centollo y Mateo se iban a quedar al cargo del Señorío y las tierras del valle del Arakil asistían, por curiosidad, a la misa.
El rey sonreía abiertamente.
-Os estoy muy agradecido. Os prometo que, pase lo que pase, no os arrepentiréis.
CILLERÍA. DEPENDENCIAS DE LA CATEDRAL DE PAMPLONA
CATEDRAL DE PAMPLONA. CILLERÍA.
Queda muy poco de la antigua catedral románica de Pamplona. Un terremoto la arrasó en 1390 y, en este momento, solo la cillería y la capilla de San Jesucristo dan fe de que existió un complejo románico, asombro de los peregrinos, que rivalizó en importancia a la catedral de Santiago.
Aquí os dejo unas fotos de este edificio, convertido en museo. La restauración de la puerta...igual me tiráis piedras pero a mí me gusta la idea.
Al final he puesto una foto de un relicario gótico. Es importante porque es el protagonista de nuestra historieta de hoy. Os pongo un link por si os interesa investigar sobre él:
https://webs.ucm.es/cen.../cont/descargas/documento17155.pdf
Mi inspiración esta apoyada hoy por un grupo que admiro desde los años setenta: Magna Carta.
https://www.youtube.com/watch?v=_BITnBgy9aI...
EL RELICARIO
Un pequeño ejército se desplazaba desde Navarra en dirección París. Teobaldo y sus caballeros más dilectos cabalgaban al frente. El centro lo ocupaba toda la gente del señorío de Berrioplano y en la retaguardia Iñigo Vélaz de Medrano, señor de Igúzquiza, comandando un grupo de treinta caballeros, la flor de Navarra, con sus respectivos ayudantes.
Ante semejante despliegue los lugareños franceses, sabedores de que iban a formar parte de la octava cruzada, salían a saludar entusiasmados y, en muchos lugares, les ofrecían estancia, alimentación y todas las comodidades posibles. El pequeño ejército llegó a París sin novedad.
Teobaldo II llamó al Tuerto a sus aposentos.
-Mira Tuerto, te voy a confiar una misión importantísima para mí. Solo lo sabréis tú y otra persona de tu confianza. Se trata de llevar a Pamplona, a la catedral, un relicario que me regaló mi suegro Luis en mi boda y que contiene una espina de la Santa Corona. El relicario en sí es valiosísimo porque es de plata sobredorada pero...la Santa Espina es de valor incalculable. No tengo muy claro que vaya a regresar de la cruzada, ya sabes cómo son esas historias, y quiero que la reliquia sea motivo de adoración en Pamplona. ¿Quién será el segundo?
-Segunda señor, será Ekaitza.
-¿Una mujer? ¿No será demasiada responsabilidad para ponerla en sus manos?
-Es incluso mejor que yo, señor. Muy hábil con el arco, mucho más que el mejor de los arqueros. Desde muy joven fue instruida por el mejor. Sabría llegar desde París a Pamplona utilizando solo los bosques, sin tocar ni un solo camino, orientándose por señales que sólo ella conoce y eso es lo que le encomendaré que haga si a mí me pasase algún percance.
-No se hable más, confío en ti. Poneos en marcha cuanto antes.
-Cumpliré vuestra encomienda o dejaré mi vida en el empeño, señor.
-No espero menos de ti y de tu gente,Tuerto.
Días después una comitiva se ponía en marcha en dirección sur hacia Pamplona. En cabeza marchaban el Oso de Guesálaz, el Mierdulín, el Bidáctilo y Ekaitza. Esta última como enlace por su facilidad para moverse por los bosques sin ser vista. El centro lo ocupaba toda la intendencia a mando del Tuerto. El Zarpas conducía el carro que transportaba el relicario, Barcelay y Jurdana, que se encargaban de cuidar la salud del grupo, Alaia y todo el grupo de intendencia los acompañaban. En la retaguardia iba el resto.
Hasta los Pirineos no tuvieron más problema que solucionar pequeños problemas sobre la marcha. Dejaron atrás Ostabat y enfilaron la dirección San Juan de Pie de Puerto. A una legua del primero, atravesando una arboleda, Ekaitza observó un comportamiento anómalo de la fauna y algunos movimientos en las copas de algún árbol frondoso sin que ningún ave levantara el vuelo.
-Oso, nos están esperando. Me vuelvo al carro de intendencia, daré un rodeo para que no me descubran. Retrasa un poco tu marcha y, en cuanto oigáis algo de barullo, volved a galope.
-Ten cuidado Ekaitza. Estaremos atentos.
La muchacha llegó hasta el grupo que llevaba el carro e informó de la situación. Ella se escondió debajo de una especie de lona que protegía la carga, calculó que necesitaría varias flechas y las puso a mano. Llegado al lugar en el que había detectado irregularidades encontraron un tronco atravesando el camino. El Oso, el Mierdulín y el Bidáctilo habían regresado sobre sus pasos y, desde un ribazo tenían a la vista todo el escenario.
-Alto ahí- la voz procedía del que parecía ser el jefe. No eran malhechores, tenían pinta de caballeros. -Lleváis un transporte que deberíais entregarnos si no queréis sufrir las consecuencias.
-Ah ¿sí? y...¿cuales serían esas consecuencias?
El caballero sacó su espada y la apoyó en el cuello del Tuerto. Una punta de flecha asomó lentamente por debajo de la axila del Zarpas, que estaba sentado en el pescante con las riendas en la mano; tensión, una especie de silbido y, pasando por debajo del lóbulo de la oreja del Tuerto, se clavo en el ojo del asaltante. Mientras tanto el Oso había llegado a galope y de un mazazo había descerebrado a uno de sus acompañantes. Ekaitza lanzó tres certeras flechas más y tres caballeros cayeron como fruta madura de las copas de los árboles. El Bidáctilo, de un golpe seco había amodorrado al último que quedaba, un joven que tendría apenas dieciséis años. Agarrándole de los genitales y apoyando en ellos su famoso cuchillo quitapenas le comento:
-A ver criatura. Ladrones no sois. Vais ricamente vestidos. ¿Quién y para qué os ha mandado?- Apretó un poco más el filo del cuchillo. El muchacho reaccionó gritando.
-No sigas, espera. Nos ha mandado Ètienne II Tempier, obispo de París. Quería que nos entregaseis el relicario que lleváis.
-Mira, vas a tener suerte, te dejamos vivo. Vuelve a París y dile que si quiere adorar la reliquia que llevamos tendrá que venir a Pamplona aunque...no sé si después de este chirgo va a ser bien recibido. Dale mis saludos de parte de la banda del Tuerto.
BEZQUIZ. SAN ANDRÉS. RUINAS
SAN ANDRÉS. BEZQUIZ, NAVARRA. LISTA ROJA DE RUINAS.
A mi, supongo que como a casi todo el mundo, las ruinas me hacen pensar mucho. Me flipan las iglesias con dimensiones que no se corresponden con la población. No creo que Bezquiz, a lo largo de la historia, tuviera muchos habitantes.
Bueno, a lo que vamos. en ruinas, cercada por una valla que te hace desistir de las ganas de entrar. Más que nada porque un mínimo accidente dentro del recinto puede ser un problemón. Incluida, con razón, en la lista roja.
Como inspiración para el relato de hoy he seleccionado música de Altan, un grupo irlandés de los años setenta.
https://www.youtube.com/watch?v=VbzBSJyaxZY
LA CACERÍA
Finalizaba el verano de 1270. Era un mes de septiembre habitual, con mucho calor.
Raimundo de Bearne, abad del monasterio de la Oliva, rumiando ya su renuncia al cargo, había organizado una cacería en la Valdorba. Algunos de los nobles del reino se habían instalado en casas de Bezquiz y otros habían montado tiendas en las explanadas bajas que rodeaban a la iglesia, edificada sobre un montículo. Casi toda la plantilla del señorío de Berrioplano se había apuntado al evento incluido el Licencias que, aunque no controlaba la caza de animales, era muy dado a otros tipos de caza y, previendo que podrían asistir damas al evento y que estarían desatendidas durante las partidas, colegía que iba a tener suerte en esos lances. El objetivo era reducir la población de jabalíes, durante varios días. Pensaba el abad repartir las carnes de las bestias cobradas entre los aparceros que dependían del monasterio. Los nobles no pusieron objeción puesto que su objetivo era disfrutar de unos días dando rienda suelta a su espíritu guerrero y les daba igual lo que se hiciese con los animales matados. Los lugareños estaban encantados porque los puercos hacían mucho daño en sus cultivos.
Las batidas se estaban dando por el hoy llamado Monte del Conde.
Los nobles se protegían dentro de obstáculos naturales esperando la pasa que levantaban sus sabuesos, sabiamente dirigidos por sus siervos especializados en estas lides. En el tercer día el Mierdulín, que asistía poco menos que de observador, había estrujado mucho y muchas veces la bota de vino. En un momento dado salió de su zona protegida porque la vejiga le estaba reclamando a voces un desalojo. Y en esas andaba cuando un movimiento violento entre unos carrascos le advirtió de que algo no iba bien. A unos cuarenta estadales un jabalí, con una flecha incrustada en el jamón derecho, corría enfurecido hacia el muchacho. El Mierdulín huía despavorido si haberse molestado ni en recoger el pájaro en el nido. Los nobles le animaban entre carcajadas.
-Guarda el "gurrión" Mierdulín. A ver si se va a escapar una flecha...o una dentellada del bicho.
-Bastante tengo con librarme de este malnacido.
Dada su habilidad con los toros, consiguió esquivar varias veces las dentelladas de la fiera pero, en un descuido, una raíz le hizo dar con sus huesos en el suelo. Cuando el animal lo tenía a su merced una flecha, cuarenta y cinco grados en vertical y cuarenta y cinco grados con el eje longitudinal, justo por detrás de la oreja izquierza, atravesó al animal seccionando la arteria carótida y alojándose en el corazón. La muerte fue instantánea. El animal cayó a los pies del muchacho. Ekaitza se acercó sin poder controlar las carcajadas.
-Esta salvaguarda de tus atributos se la voy a cobrar cara a Jurdana y a Raquel.
-Te pediría por favor, Ekaitza, que no vayas contando este lance por ahí.
-Pero ¿qué dices Mierdulín? Esto lo cantarán los juglares en todas las fiestas del reino.
La gente sonreía al paso del Mierdulín, cuando no reía abiertamente. Las dos últimas jornadas las iban a dedicar a la cetrería. Los nobles se movían con sus azores y gavilanes; alguno, más pudiente llevaba en el puño a un halcón peregrino. El Tuerto escondía, dentro de un carro entoldado, lo que iba a ser la sorpresa del evento.
-Qué traes ahí Tuerto, una lechuza o ¿qué?
Las risotadas de los nobles resonaban por la zona levantando aves y moviendo roedores. Los azores y los gavilanes trabajaban a destajo. La caza menor iba a surtir los próximos banquetes. El tuerto levantó suavemente la lona del carro y dos halcones gerifaltes con sus caperuzas despertaron la admiración de todos los participantes. Su pelaje blanco con pintas negras despertaba la envidia de todos los presentes. Las aves demostraron una excepcional aptitud para la caza menor. Durante todo el día no se habló de otra cosa y algunos nobles empezaron a hacer ofertas por los dos animales. En la cena el abad se dirigió a el Tuerto.
-Esas aves excepcionales ¿de dónde las habéis sacado?
-Me las ha traído Cayo Desojo de un viaje que ha hecho recientemente a Brujas.
-Y vos ¿no podríais encargarle otros dos para mí en un próximo viaje?.
-Haremos algo mejor, Raimundo, os voy a regalar estos dos.
-Ahora mismo no podría pagar su precio.
-No me habéis escuchado bien, abad, he dicho regalar.
-Tonto no soy eh. Algo buscáis.
-Solo os voy a pedir una cosa.
-Decidme.
-Que estéis a mi lado cuando os necesite.
-¿Sólo eso?
-Sólo eso.
El Licencias, mientras tanto, se había dedicado a echar triguillo a ver que conseguía. Había localizado varios ojos chispeantes. Más de una tarde, mientras los demás cazaban, el también lo hacía pero, sobre todo, estaba entablando unas relaciones que podrían serle de mucha utilidad más adelante.
SAN ANDRÉS. ADOÁIN, NAVARRA
SAN ANDRÉS. ADOÁIN, NAVARRA
Románico de finales del XII. Para mí tiene dos cositas que me han hecho moverme: un crismón y el vano del ábside.
Accesible en coche pero los últimos 20 kilómetros no son cómodos. Una carretera en buen estado que se va estrechando cada vez más hasta permitir, a duras penas, el cruce de dos coches.
Inaccesible para personas con movilidad reducida. Podrán verla desde cierta distancia.
Para la historieta de hoy he seleccionado una música que encantará a muchos melómanos y que nos acercará a la época. Enrike Solinis con Euskal Barrokensemble.
https://www.youtube.com/watch?v=CaKrbV745DM
OTSANDA
Era la señora de Adoáin. Hermosísima. El valle se rendía a sus pies. Tenía 22 años cuando sucede esta historia. Un hijo de seis años le acompañaba a todos los lados; los lugareños le temían, sufría unos cambios de carácter que lo convertían en una fiera. Los lugareños susurraban que era digno hijo de la loba. Muchos, entre ellos el clérigo del valle, opinaban que el niño estaba endemoniado y habría que hacer un exorcismo.
El señor de Adoáin, ávido de aventuras y de guerras, se había unido a las huestes de Teobaldo II para engrosar la octava cruzada. Otsanda había quedado al mando de gran parte del valle de Urraúl, un recóndito enclave a más de diez leguas de Pamplona. Los lugareños temían a la señora más que nada por su apariencia. Su singular belleza, unos ojos verdes que destellaban y el hecho de haber engendrado un niño aparentemente endemoniado, les hacía bajar los ojos y temblar en su presencia. A pesar de que era muy simpática y agradable y nadie conocía un maltrato a nadie, no las tenían todas consigo. Contra algún invasor la defenderían a muerte pero...la esquivaban a menudo. Ella lo sabía y pensaba que su nombre y, sobre todo, su hijo causaban ese temor.
Otsanda, harta de escuchar al clérigo que el niño necesitaba un exorcismo, decidió trasladarse unos días a Pamplona para pedir la opinión de la gente de la Escuela de Salud. En la capital fue recibida por Barcelay que reconoció al muchacho y le hizo muchas preguntas. Interrogó aparte a su madre para obtener una información con la que trabajar. De los cambios de carácter, de las alucinaciones, de las ausencias y falta temporal de lazos emocionales y algunos episodios violentos dedujo que el niño padecía lo que hoy llamamos esquizofrenia.
-No hagáis caso del clérigo, Otsanda, el niño tiene un mal conocido y vamos a tratar de controlar con algunas hierbas. Lo voy a poner en manos de Jurdana para que decida el tratamiento. Lo tendrá en observación en nuestro hospital unos cuantos días hasta que sufra una crisis. Tiene que controlarlo para establecer una pauta.
-Me quitáis un peso de encima, Barcelay. Os estaré eternamente agradecida si conseguís controlar sus ataques y estoy dispuesta a pagar lo que sea necesario.
La señora mientras tanto, investigando sobre el funcionamiento del señorío, descubrió la Escuela y en ella al Licencias. A pesar de que estaba segura de amar a su señor, algo se removía en su interior cuando charlaba con el joven.
-A mí me encantaría crear algo así en el valle para que toda la gente, sobre todo los niños, tuvieran acceso al conocimiento. ¿Podríais ayudarme?- al Licencias, que no era tonto y había notado un brillo especial en unos ojos verdes, le hacían los suyos txiribitas.
-No solo podría ayudaros a crear la escuela sino que, además, podría acercarme dos o tres días a la semana para impartir clases en ella.
-En cuanto vuelva al valle me pondré manos a la obra.
A principios de diciembre de 1270 llegaban malas noticias de la expedición de Teobaldo II. El rey, tras firmar importantes acuerdos con el sultán de Túnez, había muerto afectado por una especie de pestilencia que afectó también a algunos de sus caballeros, entre ellos el señor de Adoáin.
Le faltó el tiempo a el Licencias para desplazarse al valle, con la excusa de poner en marcha la escuela y, de paso, consolar a la viuda.
-Deberíais atender vuestras obligaciones de Pamplona.
-No hay prisa, la escuela está bien dirigida y ahora lo importante es crear la vuestra.
-Pero creo que os distraigo de vuestras obligaciones y no me siento bien.
-Ahora lo que tenéis que hacer es recuperaros de la desgracia que acabáis de sufrir. Para eso me tendréis a vuestro lado durante el tiempo que sea necesario.
-¿Siempre?
-Siempre.
Entrada la primavera, el grave canto del mirlo, animando al apareamiento, los despertó en el lecho de Otsanda para que admirasen un magnífico amanecer.